Apuntes

No es novedad que al apropiarse de una lengua o de una parte de ella, ya sea por la vía de la apropiación directa o por la adaptación, otra lengua (sus hablantes) se apropia inevitablemente de una artillería conceptual estrechamente ligada a una idiosincrasia. Un ejemplo trivial puede ser el peso que la cultura grecorromana tiene en nuestra cultura. ¿Atajo o decisión consciente? Difícil de decir. Difícil excluir otras posibilidades. Pero no es menor el hecho de que la manera en la que se articula una lengua refleja (y circunscribe a quienes la aprenden) la manera en la que sus hablantes conciben el mundo y la existencia, por no mencionar sino dos temas clave.

Así, por ejemplo, los chinos que sólo hablan chino no saben lo que es una flexión verbal. Explicarles la diferencia entre el presente, el pasado simple y el imperfecto resulta, en el mejor de los casos, una proeza. Rodia, que es un gran experto en bambona y en lenguas aglutinantes, podrá atestiguar aquí lo difícil que nos resulta a nosotros comprender que una palabra (prescindo de sumergirme en una discusión en torno a lo que es una palabra) en una lengua como el turco o el finés puede ser en realidad una aglutinación de piezas léxicas, cada una con uno o varios significados particulares, que tiene un significado único en tanto unidad. Pero no es una oración, sino una simple palabra. Hace unos días leí un artículo que me envió Krahd, en el cual se detallan las experiencias de Dan Everett, un profesor de lingüística, con miembros de una tribu enclavada en Brasil, llamada Pirahã. En su idioma no existen los números, los colores (en tanto lista fija) o ciertos cuantificadores que nosotros consideramos elementales, como ser “todos”, “cada”, “algunos”... La tesis de Everett estima que los miembros de la tribu no poseen el concepto de recursión, lo cual, de ser cierto, sería un duro revés a la idea de gramática universal planteada por Chomsky. A modo de ejemplo, para los Pirahã resulta imposible concebir una oración subordinada. ¿Curioso?

Quizá. Pero, ¿de cuántas piruetas nos valemos nosotros para definir conceptos como satori, nirvana o logos? Logos lo tomamos prestado directamente de los griegos. Quien dice nirvana sabrá, presumo, que es el estado aspirado por el Buda y que apenas atisbó mientras meditaba empecinado, vaya posible oxímoron. Y se lo pedimos prestado al sánscrito. Satori ni siquiera está registrado por el gran diccionario gran de la RAE y tendremos que recurrir a textos relacionados con el budismo zen (a Suzuki, por ejemplo) para entender un poco de qué se trata.

¿Por qué no existe un equivalente en francés de la palabra despedida y hay que contentarse con adieux, que no es en absoluto lo mismo? ¿Cómo se traducen los juegos de palabras de Joyce, de Queneau, de Cortázar? En el mejor de los casos, las traducciones van acompañadas de notas al pie explicativas. Pero, ¿cuál es la nota al pie a agregar o el proceso a seguir para traducir “él le amalaba el noema” al chino, siendo que no hay flexiones verbales? En un sistema con rigidez morfológica, juegos de ese estilo son imposibles. Pero va más allá de la posibilidad: en realidad no tienen sentido. Y esa carencia de sentido nos dice algo de la gente que habla esa lengua. Las traducciones de términos científicos especializados es otro buen ejemplo. Y no es sólo una cuestión epistemológica.

Y puesto que hablo de traducciones, conviene recordar el rol de los copistas en las variaciones terminológicas. Bastaba un borrón o un rasguño en un original para que todo se fuera al demonio. Los copistas son algo así como efectos colaterales en la etimología. ¿Incidencia fastidiosa? Quizá no peor que aquella de los malos programas de televisión que crean jergas que luego se filtran alegremente en el habla cotidiana.

Pero volviendo al hecho de que una lengua es una visión ontológica y una toma de posición y que esto tiene consecuencias importantes, entre otras cosas, en la traducción, quisiera apuntar que las primeras gramáticas del francés (e.g. Pillot 1561) se redactaban en latín, por estar típicamente destinadas a extranjeros, en particular alemanes. Desconozco el dominio del alemán poseído por Pillot, pero me resulta particularmente llamativo que haya elegido una lengua intermedia (y previa) para definir o describir su propia lengua a hablantes de otra lengua.

Este tema da para mucho más. Por ahora quisiera concluir observando que quien crea que todo puede ser expresado utilizando el lenguaje peca de inocencia o bien de babelismo.
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

10 comentarios:

Naazgul dijo...

Qué buen texto!
Espero que sigas explorando el tema.
Y concuerdo con lo último. El lenguaje puede ser terriblemente limitante, y truncar o disminuir ideas, sentimientos y conceptos.

Pero sin el lenguaje, o a pesar de sus limitaciones y las de las traducciones, cómo hacer? No siempre puede recurrirse a las imágenes y ahorrar 1000 palabras.

Incluso para comprender cabalmente algo en su idioma original, sería necesario entender su cultura, para poder apreciar matices y significados ocultos.

krahd dijo...

Sí, digamos cosas. La primera es que estamos arrancando de lo básico, digamos que estás diciendo (muy bien, como acota quien me precede) lo habitual y volviendo a lo de siempre y Swift, Borges y McLuhan y tantos.

Pero como para bolichear estamos todos, arremeto con mi sarta de obviedades (macaneadas ante la falta de una Beamish en el Panthalon, u otro boliche comparable, claro, pero rescatando lo posgeográfico del método).

La distancia, esta distancia de la que hablamos, en cierto contexto se divide sagazmente en distancia articulatoria y distancia semántica. Es decir, bajo la suposición de un concepto averbal, la distancia semántica es la del concepto puro a la cognición puntual (cognición preverbal, claro, que cuando se estipula como objetivos tiene sentido) y la articulatoria es la introducida por la codificación en determinado lenguaje.

Claro, esto viene de la ingeniería cognitiva que es una ingeniería, rama bastarda y rastrera del conocimiento que -como siempre y por suerte- sigue empedernida la zanahoria de la utilidad. Y entonces saca estos conceptos que son útiles si asumimos lo preverbal y lo averbal y los objetivos y one time-honored strategy in science is to side-step philosophical issues (como Baars dijo).

Y adentrándonos en lo obvio decimos que el haiku anglófono o pero aún, en español, es absurdo, y que las quintillas en japonés, impracticables.

Pero lo que me pica es lo parecido de incidencia de los copistas, los discos de vinilo y la compresión por pérdida: la entropía tangible.

Rodia dijo...

yo no entendí nada lo que dice krahd, pero pienso que el lenguaje no es una forma de representar conceptos solamente, sino una entidad en sí misma, y ambas cosas (el mundo y el lenguaje) no son una-en-otra sino que son juntos que se cruzan bastante. Y si no se pueden hacer haikus en español es porque no entendemos la cultura atrás, no porque el lenguaje no lo permita. Y si no podemos decir nirvana en español no es porque no "haya un término para el concepto" sino porque usamos nirvana y chau. No creo que no tengamos el término porque no podamos entender el concepto.

Los juegos de palabras no pueden traducirse por eso mismo, porque son juegos "de palabras", quedan en la esfera del lenguaje, juegan adentro, más allá de los conceptos que denoten. No sé que quiere decir que un juego de palabras tenga sentido. Me parece contradictorio.

"¿Por qué no existe un equivalente en francés de la palabra despedida y hay que contentarse con adieux, que no es en absoluto lo mismo? " Es buena esa. Qué buena qué es. Por dios qué buena.

No sé si hay recursión en la cabeza ni en el lenguaje. Yo sé que creo que Chomsky le tiene demasiada fe al cableado previo del cerebro. Demasiada. Valentina no habla por reglas ni por casualidad. Ni por casualidad. Y con estado finito alcanza y sobra... pero ese es otro tema, no abordado aquí y que me gustaría se abordara.

Perdón, un comment a ese post merecía ser más meditado, tal vez mañana reniegue de lo que dije pero así son los blogs y así es la vida

krahd dijo...

¿Qué no entendés de lo que digo yo? :(

Javier Couto dijo...

Comparto con Naazgul y Krahd: nos encontramos sin duda frente a un nivel básico; por eso mismo se trata de apuntes. Apuntes sin berretines de cajetilla sino más bien algo como el perro dándole una vez más la vuelta a la cucha previo a recostarse o el tango Garufa que no deja de repetirse (decime un poco si no sería sublime que existiera una versión de Gardel... lo pienso y me come la ansiedad, aunque la de Varela esté más que ok). Por lo demás, contrariamente a Rodia, que mantiene una visión en extremo pragmática y ácrata del asunto, entiendo y comparto bastante lo que dice Krahd. Eso sí: qué hace Swift en la lista permanecerá por siempre entre los misterios del tutetrompes. Lo primero a decirle a Krahd es que como la birra belga blanca no hay, si bien las stouts ocasionalmente son mis predilectas (depende de la compañía y de la alineación de ciertos astros).

Me gusta la idea de una distancia. Me gusta mucho. Aunque por ahí Rodia arremete, creo que justamente, con la idea de que el lenguaje no sirve sólo a efectos de representar conceptos. Todo lo realizado para fenómenos pertenecientes al metalenguaje (pienso desde el vamos en la lingüística textual) ya le dan sobradamente la razón. Similar suerte para los juegos de palabras. La visión de mundo e imagen como un todo con vaivenes internos no deja de ser atractiva, aunque eso mismo: una mera imagen. ¿Útil? No sé si alcanza una representación de estados finitos para modelar el habla de Valentina. No sé.

Cambiando de perfil, sería bueno aclarar un poco más eso de concepto averbal porque la trampa se erige solita cuando se menciona algo como concepto “puro”. ¿Todo el lenguaje no terminaría siendo una cáscara de lo puro? Y ya que hablamos de metalenguaje, ¿cuál es el punto de encuentro de dos lenguas diferentes? ¿Lo real? ¿Lo puro? Me permito remitirme a un post anterior sobre verdadero, real, etc. Me gustaría también discernir mejor a qué se refiere eso de “objetivos”.

Por lo demás, acabo de recibir publicidad del libro “Los haiku del Viejo Libo”, de César Bianchi. ¿Sincronicidad? Tu parles ! Creía recordar que Borges había hecho algo al respecto, así que me puse a buscarlo. Encontré que varios autores que dedicaron horas a ello. Restaría juzgar si su trabajo es realmente absurdo o aporta algo. Por mi parte había empezado con algunos que luego dejé. El primero decía: “Ventana abierta / doce cuerpos cayendo / un solo grito.”

La apreciación sobre los copistas, los discos de vinilo y la compresión por pérdida me parece, además de notable, poco atinada. Aunque si algo pica, no dude en consultar a la Dra. Selby, que por ahí puede asistir (gratuitamente si le caemos en gracia).

Convendría revisar para este intercambio la diferencia entre las lingüísticas descriptivas y las normativas.

Una última apreciación: esto es un antro, no un boliche. Por lo tanto aquí no bolicheamos sino que se antreamos (la puerta siempre está abierta).

krahd dijo...

A ver, il mio fratello, lo de Swift es más que hobio y mucho menos tutetrompes de lo que cualquier bienpensante querría:

The Engine is a fictional device described in Gulliver's Travels by Jonathan Swift in 1726. It is possibly the earliest known reference to a device in any way resembling a modern computer. It is a device that generates permutations of word sets; however, from the description in the text, it is not entirely clear whether the device is designed to produce meaningful phrases as a result of some algorithm, or whether it is merely an elaborate method of generating readable phrases, which are nevertheless meaningless.

"Every one knew how laborious the usual method is of attaining to arts and sciences; whereas, by his contrivance, the most ignorant person, at a reasonable charge, and with a little bodily labour, might write books in philosophy, poetry, politics, laws, mathematics, and theology, without the least assistance from genius or study."

Anyway, sin duda que tenés razón, jahey-san, cuando decís que en lo averbal radica la trampa, y por eso la divergencia atacante de lo ingenieril.

Long live the Beamish, hereje.

Anónimo dijo...

babeliarama tejiendo inutilidades

Javier Couto dijo...

pero eso no es más que Borges.. o al vesre, quizá, , mon cheri krahd-san

sería bueno entender lo ingenieril en tanto heurística, por contraposición a la noción de método (me refiero en relación a la vida), cuestión de poder salir con mayor facilidad del cuadriculado

krahd dijo...

no es más que vorhees, pero tampoco es menos. Y además es antes, aquello de que Swift prefiguró y todo el mambo borgiano.

Rodia dijo...

ah, no sé, a mí la cercanía de "prefiguró" y de borges me recordó

"Surgió la luna sobre el río se dice hlör u fang axaxaxas mlö o sea en su orden: hacia arriba (upward) detrás duradero-fluir luneció. (Xul Solar traduce con brevedad: upa tras perfluyue lunó. Upward, behind the onstreaming it mooned."

Y tanta belleza me anuló lo otro que iba a decir, además, claro, de tu te trompes.