Flor de Venganza

Como hoy me levanto y no tengo ni espalda ni nuca definidas sino más bien un anillo de moebius y además veo algo que se parece bastante a la punta de un ovillo que está peor que mi nuca, mi espalda y los textos de Martinot (cf. Presentaciones), decido que es día de escuchar música cubana hasta la sordera y la vecina derribándome la puerta para poner coto, cuestión de limpiar un poco la casa.

Aunque sea una materia ineludible, no quiero hablar hoy sobre el rol de la música en la inducción de estados alterados de conciencia o en ciertos ritos religiosos, si es que son cosas distintas. Me llama sin embargo la atención el despecho en sus múltiples variantes musicales. Puede ser Beethoveen cambiando el nombre de "La Heroica", el tango, los boleros o la canción “Flor de Venganza”, cantada por las hermanas Faez y cuyo género no me animo a clasificar en son porque todo indica que es una serenata.

Vale la pena ver a las hermanas en vivo. En lo personal las imagino sin problemas tejiendo unas mañanitas; los gatos las honrarían melosamente; ellas tendrían ovillos más ordenados y con puntas mejor definidas que todo lo que vi hoy al levantarme.

Y la letra es gloriosa. Sabina dice que uno no puede pretender que Machín no sea cursi; que el bolero gusta precisamente por eso. En este caso el contenido de la letra no deja de ser una variación de cualquier historia relatada por Homero. La parte que más me gusta reza:

si aún conservo la flor traicionera
si ella sabe del mal que me has hecho
es para ti. Porque cuando tú mueras
voy a poner esa flor en tu divino pecho

No deja de resultar curioso que la canción la haya conocido vía Bregovic, sacada de la película “Gato negro, gato blanco”, de Kusturica. Y me pregunto cómo será el despecho africano en la música. En lugar de facones habrá machetes, supongo. Escribo despecho africano y no logro evitar pensar en Idi Amin y sus historias de cocodrilos.

Hoy el domingo se muestra así, sintiéndome una sombra, un tal vez; moviéndome casi que con escafandra por los rincones de mi casa, pisando arenas movedizas, sintiendo con intermitencias el olor acre de la venganza, ¿esa gran agazapada? Duro ser un intruso en un territorio que me corresponde enteramente. Hoy el domingo se muestra así y Frankl con su neurosis dominguera puede irse a freír papas o a sembrar una flor en el huerto de las hermanas Faez, según guste.

Dont acte.
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

2 comentarios:

vincent dijo...

waaaaaoooooo que lindas palabras describiendo un simple despecho.... hermoso, magnanimo!!!!

Javier Couto dijo...

realmente un gran tema, sí