El placer del carcelero no lo sustenta la atadura inviolable sino la puerta que él mismo entreabre.
O una versión ligeramente más castiza:
Sustenta el placer del carcelero no la atadura inviolable sino la puerta que él mismo entreabre.
O:
Sustenta el placer del carcelero no la atadura inviolable sino la puerta por él entreabierta.
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