Embrión en formol

Como siempre, todo sucede en un tren. Difícil explicarte, a vos que cada vez venís menos porque últimamente hay poco y nada, difícil decirte que en realidad hay bastante pero se parece mucho a un embrión en formol: futuro asegurado, calidad de vida dudosa. ¿Triste borrón? Y travesía del desierto también.

Jornada agotadora en Grenoble. Presentación. Charla. Contactos. Y la eterna impostura, lujo de mariposa empalada en plena lepidoteca, brillo de roble apolillado, mirar de reojo el reloj, desear el techo, aire, sentir los hombros pesados, Atlas y otros oscuros.

En el palm suena la Bersuit. La argentinidad al palo. Milo es argentina, porteña, incapaz de decir championes o agua jane, cosas tan naturales, y quizá porque ahora pienso en ella sean estas líneas, estos garabatos que se arrastran frente a mí mientras me digo que no es ni la Argentina ni el Uruguay ni el dulce de leche ni un buen asado de tira –pero qué bien vendría un poco de picanha– sino un detalle de calendario. No hace mucho cumplí cinco años de residencia en Francia. Es cierto, hubo un impasse oriental de casi dos años en el medio, largo martirio de escenas repetidas, distimia como látex y también papelerío, jueza y finalmente un acta de divorcio que hoy ocupa un lugar privilegiado junto a otros diplomas que, justo es decirlo, también en buena ley he ganado.

Pero no es sólo un detalle de calendario. Me es triste escribirlo pero conozco mucho más Francia que Uruguay. Excepción hecha de la Corse y del DOM-TOM, he puesto un pie en cada región francesa. Difícil explicarte los motivos. Cuestión de trenes, tal vez. Sin embargo, la única vez que crucé el Río Negro fue para ir a San Gregorio de Polanco. Y todo era clandestino, clandestino e inocente, un imberbe de veintidós años mirando cómo una niña de dieciséis lo afeitaba frente al espejo del baño.

Pausa. Parada de quince minutos en Lyon. Y baila, baila, baila una danza rara. Tan Beatles, arreglos perfectos, tema de Bersuit, gran descubrimiento.

Y quisiera decir que es sólo una ignorancia geográfica. Quisiera. Por supuesto que desde esto que también es una burbuja sigo las noticias, me sigo enfureciendo y alegrando en medidas aleatorias, mando la papeleta, espero que llegue. ¿Y si hay plebiscito? Quiero creer que no viviré, desde lejos, una remake del voto amarillo.

Hace no mucho, en Montevideo murió Eros, un gato que vivió con nosotros más de quince años. Te parecerá estúpido pero la burbuja tiene esas cosas, las ausencias te golpean más, porque si imaginás que la ausencia acumulada como un silencio insoportable te prepara mejor… A la distancia, la certeza de la ausencia es la certeza del vacío aunque vuelvas, oh borrón de Ulises. Y eso se digiere despacio, rumiando, como la prosa de Nietzsche o el strudel. Zitarrosa dice que si estar vivo es viajar hacia la muerte, la vida es una viuda que sonríe. Actualmente estoy leyendo Morirás lejos, de José Emilio Pacheco. Zitarrosa, inmenso, canta murió mi madre, yo estaba ausente. Difícil que pase un día sin que piense en cosas así. Por eso me resulta curioso escribir que en general voy bien, que las ciclotimias han –tenuemente– entregado las armas, que esto es realmente una burbuja y yo disto mucho de ponerme a escribir mi Walden, pese a que con Milo cada vez pensemos más en un pavillon alejado de tanto ruido.

Te parecerá trivial y sin embargo tendrías que ver hasta qué punto están sembrados los campos franceses. Y si supieras hasta dónde ciertos lugares de la Camargue se parecen a Rocha (nota: hacer abstracción de caballos blancos y flamencos; otra: recordar el verso de Cortázar: de un vuelo de flamencos quemando un horizonte de bañados).

Y esto termina por aquí, sabrás comprender, incompleto, larvario, desordenado, cuestión de estar a tono con el sintagma que Rodia poco apreciará, no tanto por lo de embrión sino por el complemento preposicional, justo él, que suele entregarse a los caprichos de la morfotáctica y de la última tontería tecnológica, mientras lee a Shakespeare, gran quimera, y disfruta como una perra en celo.
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

7 comentarios:

Rodia dijo...

Puta, digo. Cada párrafo que leo y algo tengo para comentarte(*). Hasta veo provocaciones, mirá (eso de Beatles a uno dos tres cinco de la Bersuit no puede ser al pasar, menos justo vos(*)). Y al final venís nomás y me provocás, justo vos que tenés una palm, novelero de fin de siglo. Vas a tener que venir pronto a tomar cerveza. Traé vino.


(*) Yo escribo como quiero.

Javier Couto dijo...

Es el problema de la amistad, lmj, genera comentarios ante detayes. Ejemplos sobran.

Creí que venías vos...

Zeta dijo...

Creo que lloré un poquito.
Las perras en celo no parecen disfrutar.


Feliz cumpleaños,jahey.

Javier Couto dijo...

Será por el formol o por lo mal escrito, amigo. Gracias por el saludo, no sabía que ud. sabía. Y tampoco lo sabía observador de perras en celo. Cuente, cuente.

Rodia dijo...

mal yo. qué iba a pensar que este idiota iba a andar ventilando datos de tu otra identidad. duerme con niños...

Javier Couto dijo...

Mis dos identidades, dato curioso, cumplen años el mismo día.

Rodia dijo...

buena respuesta