Nino Ferrer es uno de esos inclasificables que suele dar la excepción cultural francesa (de los pocas cosas por las que un servidor estaría dispuesto a romperse la camisa). El tipo canta en francés, en italiano, en español (la versión de Mao Mao es genial), en chino, en inglés, y andá a encontrarle el suave acento. Im-pre-sio-na. Las letras, mezclas de absurdo y crítica social, me llevan inevitablemente a Vian (es cierto, un Vian ligero, pero hay que superar cosas como j'suis foutrement snob... un Vian ligero está más que bien). Pero no todo es epidérmico. Baste escuchar la canción La rua Madureira, a ritmo de saudade y letra digna de un tango.
Estudió etnología y arqueología en la Sorbonne. Fue pintor. Conoció el exilio. Primero en Italia; luego, en el sur francés. Ninguneado por una época que aplaudía a Clocló François y Johnny Hallyday o a Gainsbourg (salve, maestro) y Michel Fugain, en 1970 rompió violentamente con los medios. Incomprendido, sufrió. Triste destino el de los Nino Ferrer.
Siempre se lo supo apegado a su madre. Dos meses luego de que ella muriera, en un campo de trigo y gracias a un fusil, Nino Agostino Arturo Maria Ferrari culminó un largo proceso de aislamiento. Tenía sesenta y tres años. Dejó cartas varias. En algunas atacaba ferozmente a la prensa. Esta mañana de frío y trámites es suya; este invierno cruel es más soportable con su famoso Mao Mao (versión en mandarín y español).
2 comentarios:
Ah pero... hace playback!
Sí, pero es el tipo el que canta. Podés verlo en vivo para otras canciones. El tipo era bilingüe francoitaliano. Tiene unos temas en ruso también.
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