Wilson Pickett

Las masturbaciones guitarrísticas de Hendrix siempre me resbalaron. Una novia de hace diez siglos se repetía en argumentos artísticos, en la libertad, en lo sensual y en cuarenta mambos más del estilo, mientras el grone se pasaba media hora distorsionando como un grillo gigante moribundo y yo pedía mentalmente piedad y manoteaba el alka seltzer. Pero la voz de Hendrix y algunos de sus temas merecen mi respeto absoluto. El tema que más me gusta de él es Hey Joe.

El soul y el R&B me van bastante pero hasta ahí nomás también. Si tuviera que elegir un género, lo mío siempre fue el blues. Y al mismo tiempo en que los grititos histéricos de James Brown —un tipo religioso: era un reverendo, un reverendo hdp con su banda— me resbalan tanto como las prácticas de Hendrix, Wilson Pickett es un monstruo con todas las letras. Nino Ferrer tenía razón cuando cantaba que quería ser negro (je veux être noir): una voz como la de Pickett tiene un solo color posible. Y a veces quisiera —y no porque yo tenga particularmente una vocecita de damisela— tener una voz a lo Pickett, aunque más no fuera para pedir un café en el bar de la esquina o emular a los mozos de la Pasiva en su clásico "un caliente, viaaaja".

Encuentro en deezer la opinión de un internauta que afirma con una pregunta —oh politesse francesa— que la mejor versión de Hey Joe es la de Pickett. Visceralmente pienso un no rotundo. Busco la versión de Hendrix (encuentro la de Woodstock) y la escucho en loop una media hora, repitiéndome que Hendrix era un guitarrista del carajo y que su versión es mejor que la de Pickett, pero por momentos me digo que pese a todo Pickett tenía mejor voz. Vuelvo a él y me digo que sin duda. Pero dudo.

La mañana se quiere así, revoltosa e indecisa.