Consignas

Kamikaze pero no boludo parece ser la consigna de hoy. Mientras tanto, afuera sigue cayendo una lluvia fina de confeti rancio, golpeando sin mucha convicción contra la ventana en algo que se parece demasiado al fracaso. Black Crowes en el equipo de audio (Amorica/High head blues). Una vez más vuelvo a las consignas de hormiga, consignas diarias, consignas como ejemplares en feria, más un automatismo que el resultado de algo bien pensado, con sustento formal, ideológico y otras pelotudeces de idéntico orden. Un zorro puede pasar horas dándole vueltas a una mulita atrincherada en sí misma, infructuosamente. Y la mulita quiere, pero la negación es más fuerte. La misma moraleja si se trata de las uvas. Son cosas que se saben.

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Morelli refiere al inconformista como a "alguien que se mueve en las frecuencias más bajas y las más altas, desdeñando deliberadamente las intermedias, es decir la zona corriente de la aglomeración espiritual humana. Incapaz de liquidar la circunstancia, trata de darle la espalda." Dejando de lado la noción de chicle místico que puede suscitar la referencia a una aglomeración espiritual, la última oración resume bastante la idea de la consigna del día, con el agregado de que dar la espalda janísticamente es otra manera de dar la cara. Hablar mucho de sí mismo es también una forma de ocultarse, decía el maestro emancipado de los pudores decimonónicos.

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Lo mejor será entonces elegir otra calesita, cuestionarse si en el fondo una carambola de conexiones neuronales no sería suficiente para justificar el eterno retorno de Nietzsche, y dejarme de joder un poco con este destierro voluntario a la sensación de carbónico, al mismo procedimiento de sepiado que, por ejemplo, llevó a Borges a hablar de las sombras de las cruces en la tierra (misma idea manejada previamente por Rubén Darío en su palimpsesto), en lugar de levantar la vista en pleno Gólgota y asumir la realidad. Decencia, cobardía o engolamiento: juicios auxiliares que no hacen al asunto. La cuestión parece seguir siendo observar oblicuamente, aplicarse a uno mismo una técnica ejemplarmente Derrida e ir rearmándose poquito a poco a sabiendas de que toda unidad está malograda de antemano, si se me permite la imagen, grosera, por lo demás. Los métodos sobran y se pueden enumerar con un poco de paciencia: Zend Avesta, equilibrio de Nash, Primera República, modelo keynesiano, cirugía plástica, filatelia, rabdomancia, los caballitos de Murano, hongos, una lobotomía, ganarse el gordo de fin de año, ser vegetariano, altermundista, frívolo o inamoviblemente Epicuro en su jardín con Marx incluido.

El gran problema, para mí, consiste en encontrar el adecuado, sin que eso presuponga caer en un limbo de meses (si es que ya no estoy en él), y también en terminar de entender de una buena vez por todas por qué siempre me ha fascinado ese we need great golden copulations del poema anterior, lo que constituye un escapismo bastante satisfactorio al tema de las consignas diarias (hasta que se convierta en una).
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

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