Azares

Será que las cosas no vuelven al mismo lugar canta Calamaro, mientras Heráclito lo aplaude desde la tribuna. Es sabido que Proust pasó tres lustros en una cama buscando el tiempo perdido. Yo, un poco más modesto, gran fanático de las magdalenas de arándanos y con una salud no tan deteriorada, desde hace dos semanas estoy buscando apartamento.

Como si fuera poco, además de subirme a carros de los que me bajan un poco a empujones y otro poco con cariño, y que luego, ya en la calle y solo y bajo la misma garúa de confeti rancio que sigue cayendo me doy cuenta de que no era tanto por el carro sino por no estar en la calle y solo y bajo esta garúa de mierda que no termina más; como si fuera poco todo eso (un poco vago, larvario e incomprensible aun para mí), reincido en viejas lecturas y es así que tirado en el sillón tomo un libro, lo abro en una página al azar y la ironía me escupe en plena cara la siguiente ración de letra impresa:

"No me estoy riendo, che, es más que sabido y se dice con esas mismas palabras de rotograbado, pero también es sabido que llega el día en que un defecto es un defecto y se acabó. En este caso lo estadísticamente habitual es aguantarse, pasar al matrimonio y aprovechar lo bueno, que a veces es más que lo malo. Conmigo el sistema no anduvo, hice tres tentativas de pareja y en la tercera tuvimos un hijo y todo, que ahora estudia para que la madre ostente un dentista en la familia, vos sabés que en Villa Elisa el agua favorece la piorrea. Para no hablarte más que de un caso, la segunda vez con Yolanda, a los seis meses las verificaciones recíprocas eran tan obvias que decidimos vivir nuestra vida pero sin separarnos, eran tiempos en que un departamento no se conseguía así nomás. Qué te cuento, viejo, era para transmitirlo desde el satélite, íbamos y veníamos por la casa como si el otro no estuviera, pero esto entendelo literalmente y no como cuando una pareja se pelea y hay esas horas incómodas que siguen en que a los dos se les ha pasado la bronca, lamentan casi todo lo que han dicho no porque lo crean falso pero hay el vocabulario y los sobreentendidos y la historia antigua, de manera que circulan como esos perros después que los han metido en acaroína, eso sí con una buena educación y gentileza que es como un moñito celeste
(...)
la cuestión es que quise ver si preservábamos la pareja sin siquiera decirnos buenos días, reconocé que en la idea había gérmenes de mutación antropológica. A lo mejor todo podía renacer espontáneamente y a fuerza de no vernos nos veríamos como realmente éramos, pero entre tanto ese departamento parecía un teatro de títeres con uno saliendo y el otro entrando, uno comiendo a las doce y el otro a la una, salvo que por ahí a los dos nos daba por comer a la una y cuarto y entonces tendíamos la mesa y cocinábamos al mismo tiempo
(...)
Fijate que lo sexual lo habíamos interpretado de la única manera posible en ese tiempo, es decir que para el amor hacíamos falta los dos y eso planteaba un problema, que sin embargo se resolvió un tiempo porque cuando el gran dios ciego clavaba la jabalina, el uno se acercaba y ponía una mano en el hombro del otro, que obedecía inmediatamente. Las variantes, las repeticiones, los caprichos, se expresaban con un primer movimiento que el otro comprendía y acataba" (Cortázar/Libro de Manuel)

Cierro el libro casi convencido de que el azar no existe. Dudo de si mi convencimiento no podría entenderse como un azar. Postulo que quizá. Me digo que habría que pensarlo mejor y bostezo un poco porque en realidad me interesa volver a estos días.

Son días en los que recuerdo que el mejor divorcio contado es el que Onetti deja entrever en El Pozo. O en los que abro un cajón y me encuentro a mí mismo diciendo, en una caligrafía que no puedo negar pero que tampoco recuerdo, que "Me revienta que se me tilde de serio y formal, algo así como Liberace en pijama charlando con Puglia (pero eso es puto, che, a no confundir tampoco), mientras el grone de la cage aux folles viene en tanga a servir el té (frutos del bosque; un toque de limón). El resto se da como de costumbre: mientras soy un borrón de mí mismo a la mañana, a la 1:29 aeme soy todo yo, un enfermo mental con quinta y reversa silenciosa. Me gustan los problemas, lo complicado, los imposibles."

En fin. Basta un poco de perspectiva para constatar la exageración. Si hoy estuviera Arturito de los tres pelitos me diría que exagero, y que es una tendencia que viene de una niñez de prematuro Amado Nervo y cantidades excesivas de cebada de malteada, flojo sustituto de un café que hasta los once años me resultó misteriosamente tótem y por ahora con tu duodenitis crónica, nene, sentate ahí y no jodas más.

Pero Arturito de los tres pelitos se fue con los otros angeluchos nocturnos y de seguro a esta hora ya está borracho en algún bar. Como ya se puso todo demasiado Coltrane, prefiero agarrar el buzo e irme a ver si lo encuentro. Me interesa hablarle de un amigo que hace un par de meses intentó en vano convencerme de que lo mejor sería evadirse por vía carontiana y dejarse de embromar con todo este circo en el que tipos como Gainsbourg son desagradables, pero la masa obedece vigilia ante el coma de Sharon.

Fiel a su costumbre, no me va a dar pelota. O va a dejar caer como látex una de sus máximas indescifrables, a condición de que le pague otro trago. Sería bueno que me pudiese ayudar con lo del apartamento, pero en el fondo Arturito de los tres pelitos es un poeta delicado, y los propietarios, los escribanos y las transacciones inmobiliarias le agravan la dispepsia. Pobrecito.
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

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