De genios y boludos...

Cuando, aún imberbe, le entré a las Cartas Filosóficas de Voltaire a la par de vasos sin fondo pero llenos de cachaça (verano, calor, pies descalzos, pinos y presumiblemente VP aunque Eco absolutamente desconocido), encontré en el flaco Arouet un psicodélico inteligente y curioso argumentador, además de un compañero en la ignorancia absoluta de la geografía. Lo que se dice un loco lindo o un loco bravo, según se lo mire. A modo de ejemplo, extraigo un razonamiento contundente de la edición traducida por Savater:

“Hasta ahora, como ya lo hemos observado juntos, es en los siglos más bárbaros cuando se han hecho los descubrimientos más útiles; parece que lo propio de los tiempos más ilustrados y de las compañías más sabias sea razonar sobre lo que los ignorantes han inventado. Se conoce hoy, tras las largas disputas del Sr. Huyghens y del Sr. Renaud, la determinación del ángulo más ventajoso de un timón de barco con la quilla; pero Cristóbal Colón había descubierto América sin sospechar nada de ese ángulo.”

Sencillamente brillante. Creo percibir un cierto espíritu maracanazo-like en sus apreciaciones, pero no viene al caso. Lo interesante es que el palo que Voltaire le da a Pascal en este libro no es menor que el desprecio y burla que le profesó en vida a Rousseau. Y es que Jacobito y su bon sauvage son bastante difíciles de digerir, ya no de defender.

Por una manía de comprar libros que luego hacen bulto, pasean por ómnibus, parques, casas de amigos, se pierden en el baño y posteriormente se pierden para siempre sin haber sido siquiera abiertos, compré Les Confessions de Rousseau (el primer tomo me pareció suficiente para un acercamiento). Los motivos fueron de orden morboso y escatológico: una persona me dijo que Rousseau contaba como se orinaba de niño (lo cual aún no he podido confirmar). Hoy, dos años después de haberlo comprado, decidí hojearlo. Ya en la primera hoja me encuentro con un impedimento de orden mayor.

« Je forme une entreprise qui n'eut jamais d'exemple et dont l'exécution n'aura point d'imitateur. Je veux montrer à mes semblables un homme dans toute la vérité de la nature ; et cet homme ce sera moi. Moi seul. Je sens mon cœur et je connais les hommes. Je ne suis fait comme aucun de ceux que j'ai vus ; j'ose croire être fait comme aucun de ceux qui existent. Si je ne vaux pas mieux, au moins je suis autre. Si la nature a bien fait ou mal fait de briser le moule dans lequel elle m'a jeté, c'est ce dont on ne peut juger qu'après m'avoir lu.»

Todavía me cuesta creer que pudiera ser tan pero tan connard. Si tuviera el DSM IV a mano postearía los rasgos de un trastorno narcisista de personalidad. Cet homme ce sera moi !!! Demasiado. (Por supuesto que las confesiones de Jacobito serán acometidas hasta donde soporte mi pituitaria intelectual, camino que intuyo relativamente corto y lleno de atajos.) El comienzo de esta autoapología digna de un boludo, además de revolverme en mi asiento y desacomodarme la cazuela de lentejas que acababa de terminar, me llevó a recordar una que es sencillamente genial: la que ejecuta Nietzsche en su Ecce Homo. Algunos de los capítulos del libro (traducción de Andrés Sánchez Pascual) se titulan: “Por qué soy tan sabio”, “Por qué soy tan inteligente”, “Por qué escribo tan buenos libros”. Transcribo el comienzo del capítulo “Por qué soy un destino” pues me parece un párrafo que haría palidecer hasta al tan querido Miguelito de Notre Dame:

“Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco, de una crisis como jamás la había habido en la tierra, de la más profunda colisión de conciencia, de una decisión tomada, mediante un conjuro, contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido, santificado. Yo no soy un hombre, soy dinamita. Y a pesar de todo esto, nada hay en mí de fundador de una religión; las religiones son asuntos de la plebe. Yo siento la necesidad de lavarme las manos después de haber estado en contacto con personas religiosas…”

Estas palabras, comenzadas el 15 de octubre de 1888 (día del cuadragésimo octavo cumpleaños de Nietzsche), poco tiempo antes de que tuviera el ataque que lo dejó tristemente abrazado a un caballo, muestran, para mi gusto, a alguien que definitivamente sentait son cœur et connaissait les hommes.
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

6 comentarios:

Rodia dijo...

"se pierden en el baño"?

Javier Couto dijo...

sí, sí, en el baño, es correcto

basilia dijo...

que linda palabra connard!

Javier Couto dijo...

novelón.. pero nótese que digo baño y no w.c. o cañerías en general..

los insultos en francés son un capítulo aparte y ameritarían un post.. por poner un ejemplo, son quizá lo único que salva levemente a Matrix Reloaded (para mi gusto)

Rodia dijo...

merecería un post. sí.

Javier Couto dijo...

el punto es que desaparecen solos, sin modalidad, técnica, premeditación, ni cualquier otra explicación volitiva del asunto... pero no se remilgue demasiado que no le va... ah, y al barajar las hipótesis, no les doble las puntas, que me revienta bastante