Adriano

No es por contradecir a Rodia. No. Tampoco por competir con Coetzee. Qué necesidad. No va por ahí la cosa. Pero no puedo evitar la siguiente confesión: hecha la salvedad de "Sin los dos", que es como un hermano menor, hacía años que un libro no me golpeaba tanto en tan poco tiempo. Hablo de Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. La prosa, traducción de Cortázar mediante, es brillante. Sencillamente brillante. La perspectiva de un cuerpo postrado que da testimonio de su vida, palpable. Fragmentos hay muchos y si siguiera mi primer impulso postearía el libro entero. Creo sin embargo que dos fragmentitos pueden arrimar elementos de juicio suficientes.

"Pero los escritores mienten, aun los más sinceros. (...) Mucho me costaría vivir en un mundo sin libros, pero la realidad no está en ellos, puesto que no cabe entera."

"Acabaríamos prefiriendo las simples verdades del libertinaje a las tan sabidas estratagemas de la seducción, si en aquéllas no reinara también la mentira. Estoy pronto a admitir en principio que la prostitución puede ser un arte como el masaje o el peinado, pero me cuesta ya sentirme a gusto en manos del barbero o los masajistas. Nada puede ser más grosero que nuestros cómplices. En mi juventud me bastaba la mirada de reojo del tabernero que me reservaba el mejor vino, privando por lo tanto a algún otro de beberlo, para asquearme de las diversiones romanas. Me desagrada que una criatura se crea capaz de calcular y prever mi deseo, adaptándose mecánicamente a lo que presume ser mi elección. Este reflejo imbécil y deformado de mí mismo, que me ofrece en esos momentos un cerebro humano, me induciría a preferir los tristes efectos del ascetismo. Si la leyenda no exagera las extravagancias de Nerón y las sabias búsquedas de Tiberio, esos grandes consumadores de delicias debieron de tener harto apagados los sentidos para procurarse un aparato tan complicado, y un singular desprecio de los hombres para tolerar que se burlaran o aprovecharan así de ellos."
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

3 comentarios:

Rodia dijo...

via diego, supe leer Memorias de Adriano. Aunque no me impactó tan particularmente como a vos (ese es un encanto de la literatura, no?), conservo perfectamente en la memoria el decir de Adriano, que es para mí y para siempre el que pone en su boca esta chica Marguerite.

Esto de los blogs que se cruzan referencias invita a escribir. ¿Escribimos siempre para otros?

Javier Couto dijo...

Tema recurrente, sin duda. Hace un tiempo, un amigo, licenciado en ciencias de la comunicación, me mandaba a un rincón con el código entero y entonces sí, emisor, receptor, medio, mensaje, siempre se escribía para alguien, y además el ruido y el referente. Claro que sí. Pero hay diferentes niveles, supongo. Una bitácora de este tipo no debería tomarse más que como un juego. Entonces, en un plano conscientemente lúdico, conviene siempre recordar aquel aforismo que indica que "hablar mucho de sí mismo es también un medio de ocultarse", citado más o menos así en un post bastante anterior. Y ahora me viene a la mente un libro de Omar Prego de conversaciones con Cortázar (La fascinación de las palabras, creo). Este último comentaba que en el momento en el que escribía no pensaba en ningún lector; no mesuraba si el mensaje iba a pasar o no (eso lo hacía luego); me parece que mencionaba un estado en el que sólo existía él y el texto... batalla? palestra?

Escribir bajo una lupa imaginada (aunque real a posteriori) puede implicar deformar lo escrito, un intento de calzar en un molde bajo el supuesto más bien feble de que puede resultar un quid pro quo útil. Peor todavía dar explicaciones. Casi que no cuesta nada recordar el pasaje de una carta de Rimbaud, que dice: Si le cuivre s'éveille clairon, il n'y a rien de sa faute.

Bueno, habría que ver la diferencia entre escritura y edición, por supuesto.

Anónimo dijo...

blog: como exhibicionismo intelectual?