No es por haberlos escuchado anoche en vivo desde el mentado Pilsen Rock. No exactamente. Tampoco la inútil añoranza de un sábado perfecto. Explicación demasiado fácil para un nudo con pretensiones gordianas. En realidad el tipo tiene su propia concepción de lo que es un límite y un récord. Y entonces le sucede contabilizar cinco horas y media de Carretera Perdida, como si eso dijera algo, aunque basta entreabrir apenas los ojos para darse cuenta de que dice mucho. Un dicho popular regüelda pestífero: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Otro, menos populachero, más logrado y querible, dicta: “Corazón sujeto, espíritu libre”. Y la parte que desde el fondo del vaso hoy más le toca confiesa:
Tan fácil, fácil no es / horizonte lejano, correr y correr / historias que no acaban bien ni mal / transcurren nomás…
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