Debo a U2 mi primer contacto con Johnny Cash. Fuertemente impresionado por su registro tosco y dolido, durante tiempo di lugar a la idea de que Zitarrosa era el Cash uruguayo y que la brown wooden butterfly habría sido un éxito en el Madison Square Garden, analogía que, mínimamente trabajada, me resulta aplicable del otro lado del ecuador.
Y sin embargo, pese al registro y tono bíblico de la canción, el punto más alto en The Wanderer es un falsete de Bono que se levanta como una lenta bandera de tregua hacia el final de la canción. El Reino o Dios, como si la opción fuera posible, un parcelado postulable. Hay que ser un perfecto dormido o un necio elogiable para no ver que estamos al servicio, aun cuando nuestra ejecución se rebaje a una pantomima borrosa frente a un enorme y solitario espejo. No es difícil adivinar que en las loas al bambú bien puede descansar la clave del universo o el secreto de una neurosis colectiva que ha sobrevivido oralidad, rollos, códices, enciclopedias y cedés.
Tal vez poco importe hoy, cuando tanto una palabra como un cinturón como un paquete de valium pueden ser argumentos perfectamente intercambiables; hoy, que la tormenta escampó y puedo decir sin sentir la menor culpa: “Niña tonta, tan tonta. Pijama y madrugada.”; y también: “Pero él sí fue un destino. No como estas tristes marionetas rellenas de estopa y tanteando en la penumbra.”; hoy, cuando las arrugas de la frente se amigan con la persistencia de las chicharras para anunciar un mediodía insoportable y un bronceado que distará mucho del hawaiian tropic look.
¿En cuántos puntos se abre este abanico? Mientras se edifican casas inteligentes para ser habitadas por personas dignas (dignas de habitar casas tales), en filipinas, además de obedecer al español como segunda lengua, se mantienen ritos antiguos, por no hablar de las tribus australianas y recurrir al socorro fácil de Frazer.
I went out there in search of experience / to taste and to touch and to feel as much / as a man can before he repents
¿Reducir la vida a un cúmulo de experiencias? ¿Abrir la mano y pretender tomar? ¿Ser digno de? Manos calderín, todo esto debería entenderse de otra manera. Manos telaraña. Las mismas manos que avivan un fuego cansado, que rascan una cabeza atónita y semicalva, que llenan una copa hasta dejarla rebosante, que se apoyan en una vara que quisieran cayado, que tantean en la noche, buscando otras manos telaraña o calderín, y rara vez encuentran algo.
Y sin embargo, pese al registro y tono bíblico de la canción, el punto más alto en The Wanderer es un falsete de Bono que se levanta como una lenta bandera de tregua hacia el final de la canción. El Reino o Dios, como si la opción fuera posible, un parcelado postulable. Hay que ser un perfecto dormido o un necio elogiable para no ver que estamos al servicio, aun cuando nuestra ejecución se rebaje a una pantomima borrosa frente a un enorme y solitario espejo. No es difícil adivinar que en las loas al bambú bien puede descansar la clave del universo o el secreto de una neurosis colectiva que ha sobrevivido oralidad, rollos, códices, enciclopedias y cedés.
Tal vez poco importe hoy, cuando tanto una palabra como un cinturón como un paquete de valium pueden ser argumentos perfectamente intercambiables; hoy, que la tormenta escampó y puedo decir sin sentir la menor culpa: “Niña tonta, tan tonta. Pijama y madrugada.”; y también: “Pero él sí fue un destino. No como estas tristes marionetas rellenas de estopa y tanteando en la penumbra.”; hoy, cuando las arrugas de la frente se amigan con la persistencia de las chicharras para anunciar un mediodía insoportable y un bronceado que distará mucho del hawaiian tropic look.
¿En cuántos puntos se abre este abanico? Mientras se edifican casas inteligentes para ser habitadas por personas dignas (dignas de habitar casas tales), en filipinas, además de obedecer al español como segunda lengua, se mantienen ritos antiguos, por no hablar de las tribus australianas y recurrir al socorro fácil de Frazer.
I went out there in search of experience / to taste and to touch and to feel as much / as a man can before he repents
¿Reducir la vida a un cúmulo de experiencias? ¿Abrir la mano y pretender tomar? ¿Ser digno de? Manos calderín, todo esto debería entenderse de otra manera. Manos telaraña. Las mismas manos que avivan un fuego cansado, que rascan una cabeza atónita y semicalva, que llenan una copa hasta dejarla rebosante, que se apoyan en una vara que quisieran cayado, que tantean en la noche, buscando otras manos telaraña o calderín, y rara vez encuentran algo.
1 comentario:
a mi me gusta lo que escribís
y no tengo nada para comentar
por lo general me dejás sin comentarios
Publicar un comentario