Y es que en Betania Jesús tanto secó la higuera como lloró conmovido. Por eso, hay que ser realmente un imbécil para no entender que aún de pie frente al vergel en flor los pies descalzos reciben impotentes la resaca. Ciertamente esta copa no pasará ni de mí ni de ella ni del breve público o de la austera salita de cinco por cuatro. Habrá que inventarse otro par de ojos, otras noches largas, años de compartir y cinchar de un carro que no solito pero sí poco a poco se fue descangayando hasta lo que es ahora: papeles sobre papeles y timbres sobre los papeles y firmas curiosamente amigadas en un espacio común y carpetas y registros y luego simplemente aire o viento, el mismo viento que mueve las hojas de una higuera que, sin frutos, todavía se sostiene y conmueve al más pintado.
5 comentarios:
En Betania, querido, tanto se secó la higuera como resucitó Lázaro.
¿no creés lo que Marta?
No me venga con revivals, le suplico. Marta, Marta, me suena.. una muchacha muy ocupada.
Esa misma, pero si no es por ella, acá no cena nadie.
en casa cocino yo, si me permite el comentario que no es jactancioso sino más bien una constatación pública de algo que bien puede esconder una conducta o elucidar un estado de situación
"en casa cocino yo", hasta me gusta para título...
Publicar un comentario