Mediante una carambola musical, llego a un sitio que recomienda otro, sito en : www.elmanifiesto.com, que se califica como políticamente incorrecto. De entrada: sospechas varias; porque cuando el volatinero necesita anunciarse él mismo a los cuatro vientos como tal, ya se sabe.
Hay quienes creen que ser políticamente incorrecto es arrimarse a la plaza pública con cara de trasnochado y expectorar algo que vaya contra las buenas costumbres, los lugares comunes y las ideas recibidas. Con tapones en los oídos para lograr un efecto sordina sobre platillos, redoblantes y bombo, estuve navegando el sitio hasta dar con un artículo en el que ofrecen pan y rosas a Pérez-Reverte (no hay como leerte) y ahí mismo me dije que había sido suficiente. Logré soportar un artículo sobre el 11-M y otro sobre el conflicto vasco que incluye unas diapositivas que dejan traslucir un poder de análisis de un niño de ocho años (con trisomía del vigesimoprimer cromosoma), pero cuando llegué al de Pérez-Reverte (no hay como leerte), la detención fue obligatoria.
Hay quienes creen que ser de derecha o izquierda está vinculado a la afiliación a un determinado partido político y son incapaces de ver que es algo que responde a una actitud de vida y que la política ha dado suficientes ejemplos de esto.
Y entonces, recordando aquello de que los amigos de mis amigos, vuelvo al sitio recomendador y constato que peor que lo anterior es encontrar un libro en el que se habla de que el amor debería encontrar un camino político claro. Algo así como el G8 entonando all you need is love. Ya prefiguro a Sarkozy agitando la pandereta e intentando disimular su borrachera. Una grandiosa boludez, si se me permite. Su autor se disculpa anticipadamente de un planteo presumiblemente inocente. Más que inocente, se me antoja irresponsable. Lo salva, quizás, su condición de intrascendente. No deja de ser, bien visto, un buen comienzo para manual de autoayuda para políticos (incorrectos, supongo).
Y mientras yo pierdo el tiempo con cuestiones así, lejano, recostado en el sillón de mimbre, Arturito baja el libro que está leyendo (Primo Levi/Si c’est un homme) y me mira con las cejas levantadas y un principio de sonrisa, sin decir palabra. Y eso que el energúmeno en cuestión dista mucho de ser políticamente correcto.
Hay quienes creen que ser políticamente incorrecto es arrimarse a la plaza pública con cara de trasnochado y expectorar algo que vaya contra las buenas costumbres, los lugares comunes y las ideas recibidas. Con tapones en los oídos para lograr un efecto sordina sobre platillos, redoblantes y bombo, estuve navegando el sitio hasta dar con un artículo en el que ofrecen pan y rosas a Pérez-Reverte (no hay como leerte) y ahí mismo me dije que había sido suficiente. Logré soportar un artículo sobre el 11-M y otro sobre el conflicto vasco que incluye unas diapositivas que dejan traslucir un poder de análisis de un niño de ocho años (con trisomía del vigesimoprimer cromosoma), pero cuando llegué al de Pérez-Reverte (no hay como leerte), la detención fue obligatoria.
Hay quienes creen que ser de derecha o izquierda está vinculado a la afiliación a un determinado partido político y son incapaces de ver que es algo que responde a una actitud de vida y que la política ha dado suficientes ejemplos de esto.
Y entonces, recordando aquello de que los amigos de mis amigos, vuelvo al sitio recomendador y constato que peor que lo anterior es encontrar un libro en el que se habla de que el amor debería encontrar un camino político claro. Algo así como el G8 entonando all you need is love. Ya prefiguro a Sarkozy agitando la pandereta e intentando disimular su borrachera. Una grandiosa boludez, si se me permite. Su autor se disculpa anticipadamente de un planteo presumiblemente inocente. Más que inocente, se me antoja irresponsable. Lo salva, quizás, su condición de intrascendente. No deja de ser, bien visto, un buen comienzo para manual de autoayuda para políticos (incorrectos, supongo).
Y mientras yo pierdo el tiempo con cuestiones así, lejano, recostado en el sillón de mimbre, Arturito baja el libro que está leyendo (Primo Levi/Si c’est un homme) y me mira con las cejas levantadas y un principio de sonrisa, sin decir palabra. Y eso que el energúmeno en cuestión dista mucho de ser políticamente correcto.
1 comentario:
me dan muchísima gracia los anuncios de google a la derecha. Un oxímoron deaqueeeelloos. Al final siempre está el dinero. El sitio es, efectivamente, irresponsable.
Igual, Pérez-Reverte me gusta. Una bocanada de aire fresco, si me permite la collocation.
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