Curioso que, pese a frecuentar la zona desde hace unos cuantos años, nunca haya ido a este museo. Supongo que me negaba a ir luego de mi pésima experiencia con el museo nazionale della scienza e della tecnologia, en Milán, infamemente denominado Leonardo da Vinci (es cierto que el hecho de que Milán sea una ciudad que no soporto debe de haber influenciado).
Sin embargo este museo me resultó excelente. Pude ver finalmente una pascalina. En realidad unas cuantas, con distintos objetivos. La lista es larga y va desde artilugios como los bastones de calcular de Neper (chapeau, mi viejo) hasta un modelo de acelerador de partículas, pasando por trabajos de relojería antes los cuales hay que ser un insensible para no maravillarse.
Me quedo aquí con un detalle. El metro, unidad de medida fundamental del sistema internacional de unidades (ex sistema métrico decimal), tuvo varias definiciones a lo largo de la historia, relativas y absolutas, hasta llegar a la actual, relativa, que lo expresa como la distancia recorrida por la luz en el vacío durante un tiempo inmensamente diminuto y ridículo. Pese a que lo vimos en la escuela o el liceo, no recuerdo, me llamó la atención la primera definición dada por la Academia de Ciencias francesa, en 1791, que relaciona el metro, el litro y el gramo. Su primera definición del metro fue relativa y era la longitud equivalente a la diez millonésima parte de un cuarto de meridiano terrestre. Luego, un litro era el volumen equivalente a la milésima parte de un metro cúbico. Finalmente, se define el gramo como la masa de un centímetro cúbico de agua a la temperatura de 4 grados centígrados. Todo esto corresponde a la unificación de medidas realizada durante la Revolución Francesa.
Detayes, lo sé, pero no está tan mal recordarlos, aunque más no sea para evocar el eterno deseo normativo, del cual son largamente tributarios comercio y ciencia.
Sin embargo este museo me resultó excelente. Pude ver finalmente una pascalina. En realidad unas cuantas, con distintos objetivos. La lista es larga y va desde artilugios como los bastones de calcular de Neper (chapeau, mi viejo) hasta un modelo de acelerador de partículas, pasando por trabajos de relojería antes los cuales hay que ser un insensible para no maravillarse.
Me quedo aquí con un detalle. El metro, unidad de medida fundamental del sistema internacional de unidades (ex sistema métrico decimal), tuvo varias definiciones a lo largo de la historia, relativas y absolutas, hasta llegar a la actual, relativa, que lo expresa como la distancia recorrida por la luz en el vacío durante un tiempo inmensamente diminuto y ridículo. Pese a que lo vimos en la escuela o el liceo, no recuerdo, me llamó la atención la primera definición dada por la Academia de Ciencias francesa, en 1791, que relaciona el metro, el litro y el gramo. Su primera definición del metro fue relativa y era la longitud equivalente a la diez millonésima parte de un cuarto de meridiano terrestre. Luego, un litro era el volumen equivalente a la milésima parte de un metro cúbico. Finalmente, se define el gramo como la masa de un centímetro cúbico de agua a la temperatura de 4 grados centígrados. Todo esto corresponde a la unificación de medidas realizada durante la Revolución Francesa.
Detayes, lo sé, pero no está tan mal recordarlos, aunque más no sea para evocar el eterno deseo normativo, del cual son largamente tributarios comercio y ciencia.
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