De coyunturas y otros males menores

Vacío de todo. Desde hace semanas, pasando hoja tras hoja. Gesto cansado y mecánico en un cuaderno ya casi ajeno. Borrones apenas, esfuerzos inútiles, tristes grises. Solo en la burbuja. La sala, opaca, se deja ganar por el saxo alto. Brubeck. Cuarteto. Take five. Del otro lado de la ventana, la garúa fina, helada, acuarelosa, también gris, se filtra poco a poco y llega a los pies del canapé. Quién dijo que todo está perdido, te preguntás estúpidamente mientras el saxo acentúa el azul. No sabés por qué pero es azul, un azul que se acerca al índigo y te hace sudar un poco las manos, sentir la garganta seca mientras intentás distinguir algo en la oscuridad, comprender de qué modo, azul, índigo, estúpido, garúa, gris, Desmond obliga al oporto. Savonner la planche. Serruchar el piso es savonner la planche. Y viceversa, aunque el contexto, depende, como siempre, vos me entendés. Hace rato que te están enjabonando la tabla. Lo sabés, lo ves, te da rabia. Intuís que tu añorado anarquismo primitivista no te ayuda. Demasiado Zerzan por este mes, te decís algo convencido, mientras observás por la ventana a los cuervos alinearse sobre la enorme antena de la vecina. También oscuros, garúa, arteros, parecen otear el horizonte. Les falta fumar y hablar de la vida. Les falta ponerse corbata. Les falta acercarte un saludo porque con cuervos hace meses que venís almorzando, reuniéndote, disertando en seminarios, pretextos mínimos para ofrecerles la tabla que enjabonan con todo el gusto del mundo, entre sonrisas y deseos de buen viento. Pero su único horizonte es el espejo. Estás harto de la impostura y no pensás mover un dedo porque hace rato que estás buscando la puerta de salida. Pero lo mismo la rabia. Y no pensás mover un dedo por aquello de las margaritas y los chanchos. Pero lo mismo no te lo esperabas. Y no pensás hacer otra cosa que quitar el cuerpo y seguir camino porque, pese a todo, seguís siendo fiel a tus berretines taoístas, y porque sabés perfectamente que la resistencia es también punto de apoyo, flanco ofrecido, una falencia. Pero te cansa y te deja vacío. Quién dijo que todo está perdido. Segunda copa. Honrás una vez más la inscripción del anillo de Salomón. Dios guarde la leyenda. De momento decidís volver a la música. Take five. Cuarteto. Brubeck. De momento sabés lo que vas a seguir haciendo. Lo mismo que desde hace semanas. Pasar hoja tras hoja en el mismo gesto cansado y mecánico. Vacío de todo y a la espera. Vacío, vacío, tres veces vacío, disfrutando anacrónicamente de un mejor día, uno azul pero distinto, azul de prusia, sol y pájaros, decimocuarto arcano mayor, la Paz, ese gran hotel de paso.


Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

7 comentarios:

Circe dijo...

Sí, Gam ze iaavor, pero no olvide y búsquese una buena chumbera para esos cuervos y dígalo ud: nunca más!

Anónimo dijo...

a la espera de un azul de prusia
somos varios
basilia

Zeta dijo...

Debe haber algo medio cósmico pasando Jahey. Yo ando batante igual que usted. Aunque desafortunadamente no he llegado aún al punto de que hasta la garúa me sea ajena.

Desafortunadamente porque a veces es bueno que a uno lo empujen. Un amigo es ese que cuando uno está con el paracaídas y parado en la puerta de la avioneta, viene y lo empuja.

No siempre hay que tener el control, amigo. Ese es un sueño burgués, capitalista o protestante. O las tres cosas. O combinaciones de tres tomadas de dos. Y con eso estamos, como habría dicho Rodia si no estuviera tan ocupado en vayaunoasaberqué.

Recuerde que el sello de Salomón es un arcano alquímico de primer orden.

Y no hay magia como la música. Se lo digo yo que en este preciso momento he perdido mi alma escuchando una canción.
(Ojo, nadie dijo que las almas no puedan recuperarse, téngalo en cuenta.)

Lo envidio, amigo Jahey, mi cuaderno hace semanas que no sufre siquiera un borrón.

Zeta dijo...

Va mejorando la cosa. Creo que lo que mata es la humedad.

Javier Couto dijo...

No sé si cósmico, pero por ahí... Eso del amigo que empuja me hace acordar un aforismo del Maestro. Curioso.

Rodia es un misterio. Uno de los tantos misterios del tutetrompes.

La seguía no es digna de envidia.

PD: Oiga, ponga coto en su blog. Es propiamente un gallinero.

Zeta dijo...

Me parece a mí, o hay algo... raro acá, Jahey. ¿No falta nada?

Y diga, ¿ya le pregunté quién es el Maestro?

Con respecto a lo último, bueno, que va a hacerle, Jahey. Somos un blog tercermundista. Capaz que nos gabrielgarciamarquizamos un poco de vez en cuando, pero nos divertimos tanto a veces. Igual, la tormenta ya ha pasado, creo. El horizonte está despejado hasta por demás. Ahhhh, si uno no supiera que el horizonte no existe...

Javier Couto dijo...

Lo que falta va a llegar... El Maestro es Nietzsche, no le había dicho ya?

No tome a mal lo de gallinero, lo dije por un par de casos extremos (lo peor no es gabrielgarciamarquizarse sino más bien granhermanizarse, me parece). Por lo demás, pregúntele a un sextante si el horizonte no existe.