Pablo

Me voy a Chile a visitar un amigo. Por amistad e intentando retribuir el tour de librerías que me prometió, le pregunto si quiere que le lleve algo de aquí, esperando una respuesta que refiera a elementos como yerba o al famoso y sobrevalorado dulce de leche. Pablo me solicita, sin embargo, un par de paletas que tienen que ser sí o sí marca vasquito brama y que las consigo en un lugar específico, hablando con un conocido suyo, y un mandil de vareo, mucho gusto, encantado. Así que vasquito brama y mandil de vareo. Le respondo que haré todo lo posible. A vuelta de correo, Pablo me propone ir, con su familia, a hacer termas de alta montaña y a conocer Isla Negra. Sabe que me puede. La vez anterior fuimos a Valparaíso y pasamos por la casa de Neruda. Rechazo la calificación de bruto que Borges adjudica a Neruda, pero no se puede negar que el chileno tenía un mal gusto admirable. Predispuesto a confesiones kitsch, diría que Pablo es el hermano que nunca tuve, que en los veinte años que hace que nos conocemos, y a pesar de que la terna EEUU-Francia-Chile nos ha separado físicamente durante diez años, nuestra amistad continúa sólida y, lo que se me antoja más importante, fecunda. Es padre desde hace dos años, idea que a mí me resulta una aberración de primer orden. Suele ser tajante y tiene bien ganado el apodo de Mengele. Licenciado en ciencias políticas (recibido con summa cum laude), doctorado en la Universidad de Carolina del Norte (beca fulbright), consultante en SPSS (lo que requiere sólidos conocimientos en probabilidad y estadística), lo considero una de las dos personas intelectualmente más brillantes que conozca personalmente. Hace unos años perdí a un amigo cuya descripción bien podría ser ésta. Sé que sigue en la radio y escribiendo, cargando la cruz y la llave de estar muy por encima del promedio, rodeado de tantos mediocres. De cuando en cuando rastreo su huella, tan sólo para confirmar cuán por encima está. Este antro es poco afecto a elogios gratuitos y a confidencias tan inmundamente explícitas y tan mal escritas. Pero Arturito de los tres pelitos ha aprendido mucho de Pablo y de mi otro amigo, ha de ser por eso que esto tiene lugar. De momento, vasquito brama y mandil de vareo. Veremos. Si vas para Chile...
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

2 comentarios:

basilia dijo...

saludame a la cordillera

Javier Couto dijo...

sea
no muy de cerca, espero