Curioso cómo un detalle le puede arruinar la digestión a cualquiera. En España la compañía "Pepe's Uey", buscando unir lo lúdico a lo culinario, acaba de anunciar la comercialización de sus ingeniosas olivas bravas sin hueso. Nombre de dudosa eficacia publicitaria, la compañía se compromete a que cada lata de aceitunas sin carozo cuente siempre con -exactamente- una que albergue al susodicho. La noticia ha sido recibida con regocijo por niños perversos y más de un dentista de barrio.
Honrando la sangre española, el Rastro de Madrid ha visto nacer la primera tómbola de las olivas bravas. De reglamento sencillo, el juego tiene como ganador al afortunado que consiga comer la aceituna con carozo. La inversión es escasa; el escenario, de lo más austero. Una mesa al aire libre, la lata abierta encima y una extensa cola de ambiciosos que por un euro eligen la aceituna, y luego de persignarse y encomendarse a algún santo cierran los ojos y se llevan el preciado elipsoide a la boca.
Las variantes no se han hecho esperar y en la Rambla barcelonesa, donde el juego ilegal es tan profuso como turistas y estatuas vivientes, los rumanos proponen un doble o nada: quien encuentre el carozo puede retirarse con el premio o bien acertar de una escupida a un blanco colocado a una distancia imposible. Si acierta, se lleva el doble del premio. Si pierde, debe desembolsar el equivalente del mismo y no tiene derecho ni al carozo.
Por desgracia la Organización de Consumidores y Usuarios ha logrado terminar con esta fuente de gozo popular luego del creciente número de casos de atragantamiento de niños y viejos y despistados de todo pelaje. En el fondo, ha declarado Jaime Bernstein, presidente de "Pepe's Uey", esta decisión es un atropello a la libertad de empresa y al derecho a la excepción, sobre el cual, según comentan fuentes allegadas, Bernstein había decidido erigir el promisorio imperio de su empresa familiar.
Por un efecto de moda, en las últimas semanas se ha afirmado que algunas empresas de preservativos manejarían la idea de introducir en el mercado paquetes de profilácticos basados en el mismo principio: todos perfectos, uno imperceptiblemente roto. Hasta el cierre de nuestro semanario ninguna de las compañías ha confirmado o desmentido el rumor que, salvo casos aislados, no ha sido muy bien recibido por el público. Creemos que porque la tómbola del condón resulta más difícil de llevar a cabo. Además de la Organización de Consumidores y Usuarios, y las buenas costumbres, claro está.
Honrando la sangre española, el Rastro de Madrid ha visto nacer la primera tómbola de las olivas bravas. De reglamento sencillo, el juego tiene como ganador al afortunado que consiga comer la aceituna con carozo. La inversión es escasa; el escenario, de lo más austero. Una mesa al aire libre, la lata abierta encima y una extensa cola de ambiciosos que por un euro eligen la aceituna, y luego de persignarse y encomendarse a algún santo cierran los ojos y se llevan el preciado elipsoide a la boca.
Las variantes no se han hecho esperar y en la Rambla barcelonesa, donde el juego ilegal es tan profuso como turistas y estatuas vivientes, los rumanos proponen un doble o nada: quien encuentre el carozo puede retirarse con el premio o bien acertar de una escupida a un blanco colocado a una distancia imposible. Si acierta, se lleva el doble del premio. Si pierde, debe desembolsar el equivalente del mismo y no tiene derecho ni al carozo.
Por desgracia la Organización de Consumidores y Usuarios ha logrado terminar con esta fuente de gozo popular luego del creciente número de casos de atragantamiento de niños y viejos y despistados de todo pelaje. En el fondo, ha declarado Jaime Bernstein, presidente de "Pepe's Uey", esta decisión es un atropello a la libertad de empresa y al derecho a la excepción, sobre el cual, según comentan fuentes allegadas, Bernstein había decidido erigir el promisorio imperio de su empresa familiar.
Por un efecto de moda, en las últimas semanas se ha afirmado que algunas empresas de preservativos manejarían la idea de introducir en el mercado paquetes de profilácticos basados en el mismo principio: todos perfectos, uno imperceptiblemente roto. Hasta el cierre de nuestro semanario ninguna de las compañías ha confirmado o desmentido el rumor que, salvo casos aislados, no ha sido muy bien recibido por el público. Creemos que porque la tómbola del condón resulta más difícil de llevar a cabo. Además de la Organización de Consumidores y Usuarios, y las buenas costumbres, claro está.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario