Puedo entender lo de la segunda vuelta, Mujica es tanto pintoresco como voluble, boca de vieja o calderita de lata, y a más de uno lo asusta el viento, la vespa y esa barba sucia que promueve la dispepsia de señoras bien formadas y habituées de tardes de rummy canasta. Basta recorrer brevemente las fotos de los editorialistas del panfleto El País para entenderlo.
Puedo entender lo del voto epistolar, en el fondo el adagio es si te fuiste, lola, chito, al rincón. Otras versiones de lo mismo, que buscan un argumento, refieren a la inconstitucionalidad, cuándo no. En la misma línea pero más sinceros, están quienes dicen que si votás estando en el exterior no sufrís o disfrutás el gobierno elegido. Esto último no está muy lejos de los argumentos básicos de tipo familia, patria y tradición. Dejando de lado el punto de ejercer un derecho como ciudadano, basta conservar una propiedad en Uruguay o tener una jubilación, por ejemplo, para sufrir o disfrutar de cualquier gobierno. Basta que decidas volver a Uruguay poco después de una elección nacional para lo mismo. Basta estar de viaje en el momento equivocado para... ¿Nos jugaremos al caso por caso? No creo, a cabecitas así los grises les rompen el esquema.
Hace muchos, demasiados años, un amigo –ingeniero, inteligente, profundamente cristiano– puteaba a boca de jarro a Jorge Gestoso porque desde el exterior criticaba a Uruguay. Para mi asombro absoluto, mi amigo concluía que por haberse ido no tenía derecho a opinar. Hablar, votar, variaciones de un mismo gesto. Todo esto puedo entenderlo.
El domingo pasado, con Milo escuchamos la radio, atentos como –pensé– cuando mi viejo escuchaba en una radio a galena la final del Maracaná junto a su familia y más de un vecino. Puedo entender el bajo nivel de la campaña porque escuchando la radio recordé el bajo nivel de la comunicación y –salvo raras excepciones, y una frecuenta este antro– de los comunicadores en general. Sería difícil explicar lo que siento cuando constato una-vez-más cuán bajo está el techo, cuando veinticinco años después, ya adulto y a once mil kilómetros de distancia, veo que siguen agitando el cuco del te van a robar la vaca, la parcelita, la china. Tristeza es poco. Desgarro es exagerado. Desolación se le acerca bastante. En todo caso, eso también puedo entenderlo.
Lo de la ley de caducidad no.
Puedo entender lo del voto epistolar, en el fondo el adagio es si te fuiste, lola, chito, al rincón. Otras versiones de lo mismo, que buscan un argumento, refieren a la inconstitucionalidad, cuándo no. En la misma línea pero más sinceros, están quienes dicen que si votás estando en el exterior no sufrís o disfrutás el gobierno elegido. Esto último no está muy lejos de los argumentos básicos de tipo familia, patria y tradición. Dejando de lado el punto de ejercer un derecho como ciudadano, basta conservar una propiedad en Uruguay o tener una jubilación, por ejemplo, para sufrir o disfrutar de cualquier gobierno. Basta que decidas volver a Uruguay poco después de una elección nacional para lo mismo. Basta estar de viaje en el momento equivocado para... ¿Nos jugaremos al caso por caso? No creo, a cabecitas así los grises les rompen el esquema.
Hace muchos, demasiados años, un amigo –ingeniero, inteligente, profundamente cristiano– puteaba a boca de jarro a Jorge Gestoso porque desde el exterior criticaba a Uruguay. Para mi asombro absoluto, mi amigo concluía que por haberse ido no tenía derecho a opinar. Hablar, votar, variaciones de un mismo gesto. Todo esto puedo entenderlo.
El domingo pasado, con Milo escuchamos la radio, atentos como –pensé– cuando mi viejo escuchaba en una radio a galena la final del Maracaná junto a su familia y más de un vecino. Puedo entender el bajo nivel de la campaña porque escuchando la radio recordé el bajo nivel de la comunicación y –salvo raras excepciones, y una frecuenta este antro– de los comunicadores en general. Sería difícil explicar lo que siento cuando constato una-vez-más cuán bajo está el techo, cuando veinticinco años después, ya adulto y a once mil kilómetros de distancia, veo que siguen agitando el cuco del te van a robar la vaca, la parcelita, la china. Tristeza es poco. Desgarro es exagerado. Desolación se le acerca bastante. En todo caso, eso también puedo entenderlo.
Lo de la ley de caducidad no.
16 comentarios:
incomprensible y ridículo porque el 30% de los votantes no sabía mucho de qué iba ese plebiscito (ni le importaba)
a lo mejor el FA se quiso desmarcar del tema y por eso no hicieron suficiente campaña. si te fijás, en la conferencia de prensa del FA se mencionó muy poco ese plebiscito
además del hecho de que los canales de televisión pasaron mal y tarde la cadena sobre el voto rosado el día antes de la veda. la sabías esa?
p.s. y sobre el voto espitolar, si tenés la ciudadanía tenés derecho de votar. en mi humilde opinión
que se puede hacer ahora, luego de un plebiscito?
En el caso de la ley de caducidad no fue un plebiscito. Fueron dos. Separados por 20 años. No creo que sea un tema de propaganda. Sobre todo porque no creo que sobre la dictadura y las torturas haya mucha desinformación.
Yo sé que tendemos a creer que con buena publicidad podemos hacer que cualquiera piense cualquier cosa.
Pero me parece que en ese caso, hay otras interpretaciones que son más plausibles.
También tendemos a humanizar la expresión de la sociedad, a pensar que un pueblo piensa en forma análoga a un ser humano. Y no es así.
Que la campaña fue mala es indudable. En ese sentido los principales líderes de la izquierda uruguaya fueron los primeros en mostrar que el tema nos los mueve, o ya los aburrió. O tienen cosas más importantes entre manos.
Con relación al otro plebis, sokón, pienso igualito que usted; pero exactamente al revés.
no me extraña, z, que ud. piense así. fuera de la literatura, habitualmente está equivocado. lo quiero tanto. ;-)
No creo estar equivocado ni ser certero en mis opiniones.
Son opiniones.
Opino que es peligroso clasificar las opiniones de la gente en acertadas o equivocadas.
Pero generalmente me equivoco.
Olvidé decirle que lo quiero mucho.
No me queda claro qué sería lo "exactamente al revés". Descarto el contrarrecíproco, por tautológico e improductivo en este caso. Luego, la duda.
Jeee. Bueno, fue sólo un intento de decir de forma graciosa que en ese aspecto de la vida, yo opino distinto que sokón.
Sólo eso amiguito.
Un saludo cordial ;)
Las opiniones de gente inteligente siempre interesan a este antro, amigo. Comparta. Acaso en cierto sentido la idea de la democracia se funde en, o sea validada por, la "personificación" de la sociedad. Se nos fue Lévi-Strauss. Creo que Krahd honraba al centenario.
menos mal que no opiné a tiempo
Bueno, bueno. Los piropos siempre son bien recibidos, Jahey.
Yo estuve de acuerdo con la hoja rosada y estuve en desacuerdo con la blanca.
Pero la verdad es que en ambos casos las campañas de apoyo a esas iniciativas fueron lamentables. A tal punto que más allá de una expresión bastante genérica, no se sabía bien qué era lo que se estaba votando.
En el caso de la anulación de la ley de caducidad, yo nunca pude saber qué implicaba declarar la nulidad de una ley (me sorprende que esté previsto hacer tal cosa).
Corría el rumor que al anular la ley todos los milicos presos quedaban libres otra vez y había que volver a juzgarlos. Nadie dijo nada. Y hasta el día de hoy, yo, que lo voté, no sé qué hubiera pasado jurídicamente si se aprobaba. Es un ejemplo para ponerlo en el tono de la campaña.
Tampoco quedó claro si iba a haber un aluvión de enjuiciamiento, lo cual, lógicamente, me imagino que pudo haber preocupado a gente con familiares presos pendiente de procesamiento (con varios años de atraso en muchos casos).
Por eso le digo, amigo, que una sociedad no se comporta como una persona. Aunque más no sea por la razón casi material de que la gran diversidad de realidad que experimenta una sociedad en su conjunto, no puede ser asimilada a la experiencia de un individuo.
Creo que faltó que alguien saliera a decir, por la tele, que en realidad si ganaba la rosada no iba a pasar nada. Solo era una forma de decirle a los milicos que los uruguayos repudiábamos todo lo que eran y lo que representaban.
Con relación al otro plebiscito, tampoco estaba muy claro qué, exactamente, se estaba implicando.
Me parece que los ciudadanos que residen en el exterior no deben tener el mismo derecho de elegir al gobierno que aquellas personas que residen en el país.
Por varias razones muy sencillas: no tienen las mismas obligaciones que los residentes (pe. a nivel tributario); son afectados muy incidentalmente por las acciones del gobierno electo; no poseen el mismo nivel de información respecto al acontecer nacional; y último, pero no menos importante, porque tengo la percepción (absolutamente subjetiva) que a la mayoría (digamos 98,99%) no les interesa regresar al país. En cualquier caso, dudo mucho que el resultado de una elección pueda implicar, hoy en día, que alguien que quiere volver y no pueda, tenga la posibilidad de hacerlo.
Sí me parece que los residentes en el extranjero deberían tener la posibilidad de votar. Pero para elegir algún tipo de representación de ellos. Por ejemplo uno o dos o tres escaños en el Parlamente de representantes de los votantes residentes fuera del país (a los que no se pueda votar desde dentro del país).
Lamentablemente quienes han promovido esta iniciativa (ignoro absolutamente quienes fueron) tiraron un tema que implica una reforma constitucional, así como en una charla de cafetín; sin elaboración de nada concreto.
Gracias por su opinión, amigo. Tengo preguntas.
Yo tuve las mismas dudas con respecto a lo que significaba anular la ley (recuerdo un intercambio con Sokón hace un tiempo acá), temía lo mismo que usted. Y nunca vi una confirmación explícita y “oficial” de lo contrario. Lo de la charla de cafetín es cierto. Pero me parece que es muy idiosincrático y a riesgo de caer mal (no será mi primera vez), creo que demasiadas cosas en Uruguay surgen y se manejan como si fueran charlas de boliche. ¿Es acaso un rasgo de provincianismo no asumido? La menor idea. Pero es uno de los motivos por los que me fui la primera vez y, en especial, por los que me volví a ir. En más de una ocasión he pensado que tal vez en Uruguay la informalidad sea un valor, o, más aún, un rasgo distintivo (basta ver un poco ciertas publicidades televisivas de cerveza). No lo sé.
En otro orden de cosas, confieso que los motivos que evoca con respecto al voto son atendibles. Más allá de que discrepe –considero que el hecho de ser ciudadano es suficiente para asegurar el derecho al voto– lo que veo es que es difícil de implementar lo que usted plantea. Actualmente no se penaliza a quien no vive en Uruguay (a quien no reside) sino a quien no está en el momento de las elecciones o a quien no puede movilizarse para ir a votar. Y no es lo mismo. La diáspora es importante (he visto estimaciones que la cifran en seiscientas mil personas). Formo parte de ella, pero en mi caso no me fui del país porque no encontrara trabajo o porque me iba la vida si me quedaba, por cuanto no voy a llorar ninguna milonga. Me consta, sin embargo, que suelo estar más informado de la realidad uruguaya que más de un residente. Tengo la impresión (muy personal, por cierto) que permitirle votar desde donde sea que esté, es una manera de integrarla y es una apuesta a largo plazo.
Por eso los motivos que evoca (y que he leído en otros lados también) me parecen atendibles pero no veo cómo podrían implementarse. ¿No le parece? Se debería llevar un registro de residentes (desconozco si existe). Se debería controlar el nivel de información que tienen las personas que van a votar. ¿Se debería evaluar/estimar hasta qué punto serán afectados por las acciones del gobierno? Le confieso algo, en una adolescencia muy nietzscheana a mí me molestaba que mi voto valiera lo mismo del voto del estilo de tin marin de do pin güe. Pero, me pregunto ahora, ¿no es acaso eso la democracia?
Qué buena pregunta la del final!
Nunca me lo había puesto a pensar así. ¿Es parte del pueblo uruguayo el emigrante? ¿Se puede gobernar en más de un país? Me asusta la cifra que dice, jahey. Seiscientos mil es mucho para la República Oriental.
Vio que a veces se escucha: "si gana fulanito me voy del país". Como diciendo: así no tengo que sufrirlo yo.
Por otro lado, no tengo dudas de que usted está muy informado, seguramente más que yo, sobre el Uruguay (lo digo honestamente).
Pero en este caso su singularidad le juega en contra. El común de los mortales no tiene disposición (ni sabe como hacerse de tiempo material) para estar al tanto de la realidad de dos países.
Igual, yo no apuntaba a eliminar los que usted llama obstáculos. Están ahí solo para enmarcar la propuesta (que cada vez me gusta más) de que se puedan elegir parlamentarios de la diáspora. Como ocurre con los 19 departamentos. Esa es buenísima. Me gusta.
Usted, jahey, es un filósofo de la orientalidad. O quizá de la uruguayez. Un filósofo en ciernes. Ese va a ser su lugar en la historia del hombre, me intuyo. Ya alcanzó el grado máximo de universalidad al cual algunos aspiramos en los primeros años de adultez. Ahora, cuando comience a contraerse sobre su terruño, va a haber lo que pasa.
Zeta, le acepto que me agarre un poco para la chacota, un filósofo de la uruguayez debe ser como el pensador de Rodin pero más bien tomando mate en la rambla sur y mirando al horizonte, casi estático.
Mil veces oí el versito de si gana fulano me tomo los vientos. Me pregunto cuántos cumplen. La diáspora es muy grande y los efectos se verán en las próximas décadas, supongo.
Parlamentarios del departamento 20. Suena interesante. No lo veo como un paliativo, pero a priori parece tentador.
Ni honrando centenarios como se debe, ni leyendo los comentarios como también, atino solo -de pero y grullo- a decir:
Sólo la anulación es retroactiva, ergo, la derogación es absurda.
El voto epistolar debió salir (algún alma iluminada podrá decirme por qué heces se propuso epistolar y no consular, con la falta de garantías del primero y la evidente conveniencia del segundo), o si no hay que, silogismo mediante, cambiar la constitución.
Dice ésta que todo ciudadano tiene derecho al voto. Dice, también, que todo oriental mantiene su cualidad de ciudadano, más allá de su lugar de residencia.
Pero todo eso no me importa nada, y a ustedes tampoco.
Claro que importa.
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