Auto recogido en Quebec. Le digo mi nombre al muchacho. Me responde: ¿España? Acuso Uruguay. Un par de comentarios sobre fútbol y comienza a hablarme en español (con acento mexicano). Le sorprende mi francés, me pregunta si vivo en Montreal. Acuso Francia, francamente sorprendido de su pregunta porque el acento québécois para el francés me resulta tan a mano como el cordobés para el español. Le pregunto si aprendió el español en la escuela. Madre española, padre brasileño, él canadiense, último día de trabajo, el viernes me voy a vivir a Cádiz. Dos años en México explican su acento, del que se avergüenza inexplicablemente. Se ríe, intenta pronunciar —sin lograrlo— una zeta, se ríe de nuevo. Lo consuelo diciéndole que en Cádiz no va a necesitar ninguna zeta. Nos despedimos casi afectuosamente. Yo pienso que en Francia esto sólo me sucedería con un árabe o un hispano.
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Dos pedales. Cuatro posiciones. Freno, acelerador. Parking, Reversa, Neutro y Drive. Nunca había conducido un auto tan fácilmente. Errores contabilizados: uno: pie izquierdo masacra, en un semáforo, pie-derecho-sobre-el-freno, intentando presionar con muchas ganas un imaginario embrague.
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Bordeamos el río Saint Laurent, rumbo a la Baie-Saint-Paul. Ya con auto y lejos del cemento, mi estado de ánimo cambia radicalmente. Me impresionan los paisajes, dignos de un puzzle: bosques y bosques y bosques y lagos y casitas desperdigadas —de madera, invariablemente— y de repente la bahía Saint-Paul, generosa y calma.
Nos quedamos en un motel contradictoriamente surcado por un riachuelo y la autopista. Nos atiende una veterana muy simpática con un acento del Paysandú de Canadá que me hace pensar en rodia. El motel evoca esos cuentos tan malos de Lovecraft que sokon adora. Ya de noche, salimos al gran jardín. En la hamaca, constato que los mosquitos, al igual que los cuentos de HPL, son exageradamente sobrenaturales. Temerosos, volvemos a la habitación.
Mañana será otro día.
Mañana será otro día.
3 comentarios:
Precioso. Aún antes de leer el último párrafo! :-)
De veras, un texto lindísimo.
Está mal visto pedir fotos?
No está mal visto, no. Tengo que encontrar alguna (soy muy malo para las fotos).
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