L'amour c'est comme un refrain, ça vous glisse entre les mains...

La subvocalización de Santiago Strada en “Sin los dos” parece un himno a Joyce. Lo que cuesta perdonarle al personaje es ese exceso, que sin llegar a los garabatos sentimentaloides que escribe Sábato, por ejemplo, resulta bastante pesado. Sin embargo, recorto el siguiente pasaje (todavía en pleno velorio):

«Qué decir cuando se ve quebrado a un ser querido», piensa. «Los ciclos de la vida, las estaciones, flujos y reflujos, magia del Nilo, Anubis y Osiris, Thanatos y Caronte, el abanico es amplio y hay para elegir, pero para qué, oratoria de aire, predicación imbécil, canto de nadie, dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra. Qué hacer, cómo acercarse con algo que no sea ni explicación ni consuelo barato ni un silencio en el que en dos minutos anidarán arañas y alacranes y la única mediación posible será un suspiro, un lento rotar de cabeza y la pregunta de si cognac o café. Mejor cognac y doble, mejor compartir el dolor como el pan y el vino; imposibilitado el Via Crucis, acompañar en Getsemaní. Empatía, único puente aceptable y aceptado.»


*

Gainsbourg llegó a escribir una canción para Cloclo (Claude François). No me extraña. Cloclo es como el Palito Ortega francés (viene tan al pelo esto ahora que se acerca el eight twenty-four) y como tal, tiene canciones chiclosas que le gustan a cualquiera, incluso al cínico que escribe estas torpes líneas. Dicho sea de paso, en “Apocalípticos e Integrados” Eco estudia el fenómeno de la cultura de masas y cómo lo kitsch, si está bien armado, nos despeina el jopo a todos juntos. Este fin de semana supe que voy a arrastrar la capa durante innúmeros días, por lo que tocó día Cloclo. La canción que más me gusta de él es "Chanson populaire". Es la historia de un amor frustrado. Juraría que en la voz de Cloclo se puede oír un dolor verdadero (como en la de Zitarrosa cuanto canta, en el estudio a oscuras, “Dulce Juanita”). Hace un rato que viene repitiéndose, y siempre tarareo con ganas la misma parte de la canción:

« Je crois entendre ta voix comme un murmure qui me disait : je t’assure le grand amour. Sans t’y attendre viendra pour toi, j’en suis sûr. Il guérira tes blessures, le grand amour. »


Estoy tentado a dar una traducción, pero cualquiera puede conseguirla, y darle una escuchada al tema, de paso.

*

A los veintidós años me dije que tenía que leer el Corán, así que lo compré y, para ser sincero, leí gran parte de él. Dejando de lado el aspecto misógino, me siento muy cómodo con el espíritu árabe. Siempre recuerdo el siguiente pasaje:

¿No oíste lo que ocurrió a quien pasó junto a un pueblo desierto? Dijo: “¿cómo Dios no resucita esto después de su muerte?” Dios le hizo morir por cien años. Luego le resucitó. Preguntó Dios: “¿cuánto has permanecido así?” Respondió: “Permanecí así un día o una fracción de día.” Dios dijo: “Permaneciste así cien años. Mira tu alimento y tu bebida: no se han estropeado. ¡Mira tu asno! Haremos de ti un signo para los hombres. Mira cómo reunimos y a continuación vestimos de carne los huesos de tu asno.”

Corán, II - 261

*

Tardé treinta años en descubrir que tengo un hermano sirio. Motasem, que está más al tanto de mi vida que todos mis amigos de juventud juntos, acaba de levantar un blog (http://ilamata.blogspot.com/). Por ahora está bastante concentrado con el conflicto en el Líbano. Veremos.
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

1 comentario:

Rodia dijo...

si tenés Apocalípticos e Integrados no me lo emprestás?