Me encuentro con un colega y discutimos un rato sobre los proyectos de cada uno. Se permite realizarme sugerencias varias, que anoto con interés y palpando la criba por una cuestión de rigor automático. Animado, retribuyo con algún apunte sobre sus trabajos, principalmente en aspectos bibliográficos y cruzándolos con otra disciplina, cuestión de ganar en perspectiva. Su rostro cambia ligeramente pero el tipo mantiene la figura como un Lord. Intuyo que no le agrada la idea de hospedar mis apuntes y haciendo gala de un mecanismo que conviene dominar en estos ámbitos, a saber el de despejar la cancha groseramente, le indico que mis sugerencias apuntan a prevenir ataques de ciertos colegas que suelen pulular por los pasillos con la guadaña en una mano y la botella de champagne en la otra. Muy español él, me recuerda estos versos del Siglo de Oro, pertenecientes a un plagiador de Quevedo:
ni me inquieta y os absolvo
si pensáis que es mierda en polvo
me resulta indiferente
si decís mierda caliente
si pensáis que es mierda en polvo
me resulta indiferente
si decís mierda caliente
No sé qué responderle pero intuyo que en este caso mi asentimiento gracioso ha sido lo más adecuado.
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