Salud y anarquía: notas sobre John Zerzan

Quizá la simplicidad dé la clave de su belleza. La tesis que John Zerzan, anarquista primitivista estadounidense, desarrolla en “Future Primitive” permite resumirse, según entiendo, en los siguientes dos puntos:

– La división del trabajo ha alimentado la crisis mundial en la que nos encontramos hoy.
– La justificación de la civilización como redentora del salvajismo, en particular la defensa de la tríada Religión-Estado-Trabajo (en la que hay una noción de autoridad en cada componente) como una alternativa mejor a un pasado digno de olvido es espuria.

Acusado por sus detractores de jugar al límite en su técnica citacional, Zerzan, no obstante, fundamenta su tesis remitiéndose de manera sistemática a estudios, en su mayoría de orden antropológico. Este rasgo académico no consigue ocultar que, en realidad, en el hombre coexisten el poeta y el filósofo, si no es que, al fin y al cabo, ambos no son sino uno solo frente a un espejo imperfecto.

El estilo empleado en el ensayo es de mi gusto. La tesis se va desarrollando con soltura. Así como cierta costurera dio el mal paso, en algún momento los hombres pasaron de ser recolectores-cazadores a domesticadores, transición que ocurrió con el nacimiento de la agricultura. Este cambio, que tiene como gran beneficio permitir el crecimiento sostenido de una población, rompió con el encanto que Zerzan describe de la siguiente manera: “antes de la domesticación/agricultura, la existencia humana era de hecho una existencia esencialmente plena de ocio, intimidad con la naturaleza, sabiduría sensual, igualdad entre sexos y buena salud”. Curiosa ironía, anoto mentalmente, en este tiempo en que la sociedad, gravemente enferma, desprecia la agricultura en pos de la tecnología, como si nos alimentáramos de circuitos integrados.

En su ensayo, lúcido, el autor desmantela lugares comunes sobre la evolución de la humanidad y proporciona, condensando resultados diversos, información digna de interés. Rescato, de manera esquemática, los aspectos que más llamaron mi atención.

– Los cazadores-recolectores (CR a partir de ahora) poseían una capacidad intelectual al menos igual que la nuestra actualmente.
– Compartir y repartir alimentos era un aspecto importante entre los CR.
– No hay pruebas de que los CR realizaran una división sexual del trabajo (las mujeres recolectando y los hombres cazando); además, la caza parecía practicarse en mucho menor medida que la recolección.
– El fin del modus vivendi de los CR coincide con la aparición de las caries, las carencias alimenticias y las enfermedades infecciosas.

El ensayo es extenso y particularmente cargado. Hay que leerlo con detenimiento, verificar las referencias, comprender cuándo las citas son justas y cuándo el autor las utiliza a conveniencia, darse tiempo para que la coherencia global, subyacente, tome forma. Zerzan, al igual que Nietzsche, rinde culto a sus caprichos y exige lectores rumiantes.

El lenguaje, característica que nos distingue de los simios y que es la base de la cultura (en tanto sustentador de símbolos), se le aparece como un agente de dominación. La tesis última de Zerzan, tal cual la he entendido yo, consiste en sostener que la domesticación de la naturaleza, que comienza con la agricultura, es tan sólo el primer paso de algo que termina en la domesticación del hombre. Herramientas y estadios son numerosos: la agricultura, el lenguaje, el ritual, la magia, el arte, la división del trabajo, el gobierno (en un sentido general), la guerra.

Un punto clave en su razonamiento es que la domesticación, es decir la voluntad de producir, se retroalimenta. La apreciación sigue vigente y basta leer cualquier diario para validarla: éxito en términos de economía equivale a crecimiento. Cuando una empresa ha realizado beneficios extraordinarios, en una cara de la moneda se graban las ganancias de sus accionarios; en la otra, el exceso de trabajo que las permitieron. El balance positivo de una empresa no deja de ser un excedente laboral que podría haberse evitado en pos de mayor tiempo de ocio. Dicho sea al pasar, el éxito como sinónimo de crecimiento (la clave de la sociedad moderna es tener más) sobrepasa el plano económico, aunque en el modelo capitalista globalizado actual sea la economía quien realmente gobierne.

Más adelante en su ensayo, John Zerzan estudia distintas tribus de CR que sobrevivieron a nuestra aclamada superioridad: los Mbouti (África Central), los San (Sudáfrica), los Hazda (África Oriental), entre otros. Me permito la siguiente cita, valiosa: “Los isleños de Andaman, al oeste de Tailandia, no tienen líderes ni idea de representaciones simbólicas ni animales domésticos. Existe también una ausencia de agresión, violencia y enfermedad; sus heridas curan sorprendentemente rápido y su vista y oído son particularmente agudos.”

Puede parecer una vaga melancolía de Arcadia, pero tratándose de situaciones observables hoy, resultan sumamente atendibles. Que anteponer la cultura a la naturaleza es una estolidez de primer orden, una vanitas vanitatis et omnia vanitas, no es, opino, un gran descubrimiento. Que la globalización y la posmodernidad nos llevan ineluctablemente a la destrucción se puede verificar conversando cinco minutos con el planeta.

En su ensayo, John Zerzan no trata, entre otros temas que se quieren perentorios, la cuestión de la esclavitud y cómo las grandes aglomeraciones pueden modificar la relación de las personas entre sí y con la naturaleza. Como todo marginal, es mayormente ignorado y en ciertos casos aborrecido por el statu quo. Sus detractores no son legión, pero se empeñan a fondo.

Me permito terminar estos torpes apuntes con una cita al ensayo: “Alguna vez los humanos compartían todo. Con la agricultura, la propiedad se vuelve fundamental y una especie pretende gobernar el mundo. Una deformación que la imaginación difícilmente hubiera podido igualar.”
Javier CoutoJavier Couto (Montevideo, 1974) es narrador. En 2010 obtuvo una mención de honor por Voces (cuentos) en el XVII Premio Nacional de Narrativa “Narradores de la Banda Oriental”. Su novela Thot fue finalista del Premio Minotauro 2013 (Editorial Planeta). En 2014 obtuvo una mención de honor con su libro de cuentos Del otro lado, en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2014 y la primera mención en el Concurso Internacional de cuentos Julio Cortázar.

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